jueves, 12 de junio de 2008

Cuento

*El Muñeco de Nieve
Habia dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recien formada.La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas habiles, se entrego a la tarea de moldearla.Hare un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo. Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbon y un boton rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtio al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes dias de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...Pero pronto los dias empezaron a ser mas largos y los rayos de sol mas calidos... El muñeco se fundio sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un boton rojo. La niña lloro con desconsuelo.Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lagrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran leccion: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.






*Caperucita y Los Aves

Aquel invierno fue más crudo que de ordinario y el hambre se hacía sentir en la comarca. Pero eran las avecillas quienes llevaban la peor parte, pues en el eterno manto de nieve que cubría la tierra no podían hallar sustento.Caperucita Roja, apiadada de los pequeños seres atrevidos y hambrientos, ponia granos en su ventana y miguitas de pan, para que ellos pudieran alimentarse. Al fin, perdiendo el temor, iban a posarse en los hombros de su protectora y compartían el cálido refugio de su casita.Un día los habitantes de un pueblo cercano, que también padecían escasez, cercaron la aldea de Caperucita con la intención de robar sus ganados y su trigo.-Son más que nosotros -dijeron los hombres-. Tendríamos que solicitar el envío de tropas que nos defiendan.-Pero es imposible atravesar las montañas nevadas; pereceríamos en el camino -respondieron algunos.Entonces Caperucita le habló a la paloma blanca, una de sus protegidas. El avecilla, con sus ojitos fijos en la niña, parecía comprenderla. Caperucita Roja ató un mensaje en una de sus patas, le indicó una dirección desde la ventana y lanzó hacia lo alto a la paloma blanca.Pasaron dos días. La niña, angustiada, se preguntaba si la palomita habríasucumbido bajo el intenso frío. Pero, además, la situación de todos los vecinos de la aldea no podía ser más grave:sus enemigos habían logrado entrar y se hallaban dedicados a robar todas las provisiones.De pronto, un grito de esperanza resonó por todas partes: un escuadrón de cosacos envueltos en sus pellizas de pieles llegaba a la aldea, poniendo en fuga a los atacantes.Tras ellos llegó la paloma blanca, que había entregado el mensaje. Caperucita le tendió las manos y el animalito, suavemente, se dejó caer en ellas, con sus últimas fuerzas. Luego, sintiendo en el corazón el calor de la mejilla de la niña, abandonó este mundo para siempre.









*La Golondrina y El Ruiseñor
Cantaba el ruiseñor en la soledad de la selva cuando, oyéndole la golondrina, le dijo:-Vente conmigo a Tebas, una ciudad maravillosa de Egipto. Encuentro tonto que desperdicies tu canto entre zarzas y cardos. Aquí nadie lo aprecia.-Hermana mía -respondió el ruiseñor-, en esa ciudad tan rica no encontraré más que ruido y tormento. Aquí el aire es perfumado y el arroyo me regala con su música cantarina. No cambiaría mi sosiego por toda la gloria del mundo.

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